oleo de aquel semblante perfecto,
semblante tan puro como el nevado.
Con el tizón y una vieja fotografía,
mi corazón dibuja en su escote
aquel semblante fruto del pecado,
pecado deleitado y anhelado.
Nunca pensé retornar a esta predilección,
procure esquivar todo trance del ayer,
espere que así me libraría de todo dolencia
sin darme cuenta, que así ya sentía pena.
Aunque selle la entrada a mi cariño
tu figura pudo desmoronar esa muralla,
con tu tizona de ternura y pasión
y tu loriga de ternura, renovaste mi alma.
Recuerdos del ayer.
Recuerdos del ayer.