El fin de mi congoja

Lloro la sombra de un esqueleto perdido
cosechando lágrimas de un noviembre dolido
tirando las espigas negras en el féretro
sepultando otro amor en tierra de mi cementerio.

Acabo de soterrar una tumba llena de huesos sin sonido
¿o sera acaso la sordera de mis oídos?
sucio por restos de palabras que un día tuvieron sentido
poco a poco convirtiéndose en delirio

Despierto calavera, timorato en el palacio
palacete de un ánima cariacontecido,
retrepado en el escaño ornamentado
de alhajas, argollas, pero más de congojas remembranzas.

Que una centella salga despedida hacia mi meollo,
y así desplomarme en el adoquinado,
padecer la congoja de este martirio y
sentir que esta tortura ya ha terminado.

El pensar: capricho de mi cerebro

¿Pensar y soñar sirve de algo o
solo es una forma para que la mente este vagando?
pero entonces también yo estoy deambulando
por ser solo un simple esclavo.

¿Es posible desembragarnos de este patriarca?
evitar caer en su capricho de deambular,
intentar destruir su enorme barca
con la cual navega por toda mi molondra.

¿Pero si lo hago entonces podría dejar de razonar?
¿me convertiría en un majadero necio
o en un subnormal anormal?
Mas viable, un lerdo zopenco.


Ahora que razono en los enredos de mi intrepidez,
he vuelto a hundirme en el dominio del regente;
cuando me desligare de tus grilletes
que sellan mi tez mulata .

Me estropeo lentamente en este presidio,
mi alma ya no es tan reluciente,
mi vista clarividente ahora es invidente
y mi ser solo es infundio en este verso.