Lloro la sombra de un esqueleto perdido
cosechando lágrimas de un noviembre dolido
tirando las espigas negras en el féretro
sepultando otro amor en tierra de mi cementerio.
Acabo de soterrar una tumba llena de huesos sin sonido
¿o sera acaso la sordera de mis oídos?
sucio por restos de palabras que un día tuvieron sentido
poco a poco convirtiéndose en delirio
Despierto calavera, timorato en el palacio
palacete de un ánima cariacontecido,
retrepado en el escaño ornamentado
de alhajas, argollas, pero más de congojas remembranzas.
Que una centella salga despedida hacia mi meollo,
y así desplomarme en el adoquinado,
padecer la congoja de este martirio y
sentir que esta tortura ya ha terminado.
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