Postrado
en mi carozo le ruego a Tánatos,
Con
ropaje despedazado y
Máscara
cubriendo el semblante
De
este pordiosero desamparado.
Tánatos,
acabad con este suplicio;
Dejad
ir mi espíritu libre en el viento,
Y
llegue a las moradas de aquellos
Donde
mi esencia ahora es un espectro.
Concédeme
el último aliento de vigor
Déjame
expresar; sollozo y aturdido,
“Oíd,
he muerto, pero no lloráis por este cuerpo
Y
pedid paz en mi descanso eterno”.